Hace pocos días estuve en la Residencia (Complejo Hospitalario Arquitecto Marcide) porque me iba a hacer una mamografía, y mientras esperaba, y aunque llevaba un libro para no desesperar, me entretuve viendo a la gente que también esperaba.
A veces siento que me quedo alelada mirando a la gente por fuera e imaginándome cómo son y cómo son sus vidas. Me lo paso pipa. Esta vez me centré mucho en una pareja que tenía unas sillas más allá. Eran bastante mayores, un hombre con buen aspecto de salud, fuerte y educado y a su lado su mujer, enjuta, fea y dependiente de su marido. Ella iba bebiendo traguitos de agua por una pajita que le ofrecía cada poco su marido y casi no hablaba. Miraba para un punto fijo y estaba como sin vida. él, mientras le daba el agua, charlaba anomosamente con la señora que tenía al otro lado. Este era más joven que ellos, de unos 55 años, y estaba dispuesta a escuchar. El hombre parecía el marido más paciente sobre la faz de la tierra. Era dulce cuando se dirigía a su mujer y le explicaba con amor todo cuanto le iban a hacer. Al parecer un TAC.
Otra mujer y yo nos cruzamos las miradas y sin hablar con la voz pensamos cuánto la quería.
Pero, de pronto me quedé sólo con mis pensamientos, mirando el libro como si lo leyera y sin escuchar a nadie de alrededor. Pensé que también podría ser justo todo al revés. Que esa mujer tan enferma y dependiente un día fuera la fuerte. Imaginé al señor años atrás como si hubiera sido un perfecto egoísta y ella la que lo soportaba. Desgraciadamente, ella, por tanto luchar, cayó enferma y, paradojas de la vida, justo ahora dependía de quien antes se descansaba en ella. ¿Y si fuera esta la realidad? ¿Cuáles serían sus sentimientos de ahora? ¿Sentiría agradecimiento o en el fondo de su corazon, rabia?
No sé por qué pienso cosas tan raras, pero a veces me pasa. Y veo un paralelismo de todo esto en los concursos y certámenes de pintura a los que nos presentamos a menudo. No se percibe siempre la realidad de las cosas, o varía tantísimo según se miren que uno no sabe cómo son en realidad.
Como digo, muchas veces nos presentamos a concursos, y por eso mismo muchas veces ganamos y nos alegramos, y otras perdemos y nos aguantamos, claro.
El caso es que cuando uno gana, siente que algo hizo bien y que por eso ganó, aunque se sepa que el jurado no siempre es tan "sabio" como uno quisiera. Pero si uno pierde, y con ese mismo jurado, las cosas se ven ya de otro modo... ¡Qué complicado es todo! Al final, ni la ilusión de ganar ni el conformismo de perder significan nada en absoluto. La victoria no la sientes realmente porque no crees en quien te juzga, y la derrota no sierve para aprender de ella sino para corroborar que hacías bien en no creer en ese jurado. No sé si me explico.
Y después viene lo que la gente se piensa de cuando ganas un concurso. Al ganar, aunque sea gracias a aquel jurado del que hablaba, los demás piensan que debías de ser muy bueno, lo creyeran antes o no. Pero si pierdes, con ese mismo jurado, el que creía en ti y el que no creía en ti, ven las cosas, normalmente, como el jurado lo quiso ver... ¡Menudo lío!
A veces siento que me quedo alelada mirando a la gente por fuera e imaginándome cómo son y cómo son sus vidas. Me lo paso pipa. Esta vez me centré mucho en una pareja que tenía unas sillas más allá. Eran bastante mayores, un hombre con buen aspecto de salud, fuerte y educado y a su lado su mujer, enjuta, fea y dependiente de su marido. Ella iba bebiendo traguitos de agua por una pajita que le ofrecía cada poco su marido y casi no hablaba. Miraba para un punto fijo y estaba como sin vida. él, mientras le daba el agua, charlaba anomosamente con la señora que tenía al otro lado. Este era más joven que ellos, de unos 55 años, y estaba dispuesta a escuchar. El hombre parecía el marido más paciente sobre la faz de la tierra. Era dulce cuando se dirigía a su mujer y le explicaba con amor todo cuanto le iban a hacer. Al parecer un TAC.
Otra mujer y yo nos cruzamos las miradas y sin hablar con la voz pensamos cuánto la quería.
Pero, de pronto me quedé sólo con mis pensamientos, mirando el libro como si lo leyera y sin escuchar a nadie de alrededor. Pensé que también podría ser justo todo al revés. Que esa mujer tan enferma y dependiente un día fuera la fuerte. Imaginé al señor años atrás como si hubiera sido un perfecto egoísta y ella la que lo soportaba. Desgraciadamente, ella, por tanto luchar, cayó enferma y, paradojas de la vida, justo ahora dependía de quien antes se descansaba en ella. ¿Y si fuera esta la realidad? ¿Cuáles serían sus sentimientos de ahora? ¿Sentiría agradecimiento o en el fondo de su corazon, rabia?
No sé por qué pienso cosas tan raras, pero a veces me pasa. Y veo un paralelismo de todo esto en los concursos y certámenes de pintura a los que nos presentamos a menudo. No se percibe siempre la realidad de las cosas, o varía tantísimo según se miren que uno no sabe cómo son en realidad.
Como digo, muchas veces nos presentamos a concursos, y por eso mismo muchas veces ganamos y nos alegramos, y otras perdemos y nos aguantamos, claro.
El caso es que cuando uno gana, siente que algo hizo bien y que por eso ganó, aunque se sepa que el jurado no siempre es tan "sabio" como uno quisiera. Pero si uno pierde, y con ese mismo jurado, las cosas se ven ya de otro modo... ¡Qué complicado es todo! Al final, ni la ilusión de ganar ni el conformismo de perder significan nada en absoluto. La victoria no la sientes realmente porque no crees en quien te juzga, y la derrota no sierve para aprender de ella sino para corroborar que hacías bien en no creer en ese jurado. No sé si me explico.
Y después viene lo que la gente se piensa de cuando ganas un concurso. Al ganar, aunque sea gracias a aquel jurado del que hablaba, los demás piensan que debías de ser muy bueno, lo creyeran antes o no. Pero si pierdes, con ese mismo jurado, el que creía en ti y el que no creía en ti, ven las cosas, normalmente, como el jurado lo quiso ver... ¡Menudo lío!
1 comentario:
Ay como te entiendo en lo de los concursos. Veo las oposiciones igual :S
Y lo del hospital... eso también le pasa a mi hermana, siempre dice que le encanta ir al aeropuerto cuando va a Barcelona e imaginarse las vidas de la gente, a donde van y de donde vienen.
Tienes que escribir más cosiñas así, me gustó mucho. Sigo chapando un besazo!
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