martes, 21 de agosto de 2007

Pintando en Santa Comba

Llegamos a la playa a las 9 de la mañana, aproximadamente. La bruma todavía adornaba el paisaje.

Sobre las 10,30 ya pegaba el sol. El gorro chino demostró ser un gran invento: protege toda la cabeza y no provoca picor, no se lo lleva el viento...


Cuando estaba terminando el primer cuadro, llegaron Mike y su hijo. Una agradable sorpresa.

Después, Carmen se plantó en la escalera de bajada a la cala de la ermita de Santa Comba. En principio pensaba bajar a la playa, pero al final la propia escalera formó parte de la composición.

Ya en plena faena, aparecieron María, Óscar y su hijita Luisa, amigos nuestros, que vinieron a visitarnos y de paso a disfrutar de la playa. Aunque María está a puntito de dar a luz, no quiso perderse esta maratón.

Esta era la mañana de las visitas: Carlos, un niño ex-alumno de Carmen en Escola Aberta de Arte, al que ya habíamos visto antes, vino todo contento con ¡un pulpo! Estaba en una charca y sólo tuvo que alargar el brazo y cogerlo. En la foto posa orgulloso con su presa y sus ayudantes de cacería.

Después bajamos a la playa, donde Carmen, a ratos abrigada y a ratos pasando calor -Galicia es lo que tiene- pintó un cuadro de la playa entera.

Aprovechamos para comer allí, entre las rocas. Cuando estábamos acabando llegó Vicky, la prima de Carmen, y su marido Vicente y nos trajeron unos deliciosos helados que justo llegaron como postre. Carmen mientras chupeteaba el helado de chocolate terminaba de pintar el cuadro.

Después tuvimos ya que marcharnos, porque la marea estaba subiendo peligrosamente. Agosto es el mes de las mareas vivas, y se nota. así que marchamos hacia la otra parte de la playa para no ahogarnos.

Primero montamos todo en el coche y buscamos un acceso a la mitad de la playa. Pero era demasiado lejos para bajar con los bártulos a cuestas.

Finalmente, aparcamos junto a la caseta de los socorristas y bajamos por una pasarela de madera. Carmen empezó a colocar los materiales. Iba a pintar un cuadro con tres lienzos combinados, pero pintados por separado, de manera que no iban a coincidir del todo. Y como ya hacía calor, Carmen se convirtió en una pintora en bañador. Si se me permite comentarlo, creo que Carmen siempre debería pintar así... porque claro, no mancha la ropa, y tal.

Como el agua dulce estaba muy lejos Carmen pintó todo el día con agua de mar, con arena que integró en el cuadro... Llevó un bote de medio acrílico y preparamos una especie de argamasa con la arena y el látex denso acrílico.

Eso sí, hasta me tocó trabajar algo. Cuando se acababa el agua, Anxo, heroicamente, iba contra los elementos y traía un cacharro lleno de agua. Mi ayuda fue indispensable. Bueno, al menos eso me decía Carmen para que fuera...

Poco a poco, uno tras otro, la imprimación amarilla fue acogiendo una panorámica dividida en tres partes de una de las playas más bonitas de nuestros alrededores.

Ya casi al terminar este tríptico, llegaron Mari Carmen con Renzo y Aurora, amigos italianos, que estaban esos días de visita por Meirás.

También encontramos a Alfons, marido de una prima de Carmen que vive en Barcelona. ¡Qué buenos recuerdos! Fue allí donde terminamos Bellas Artes. Y como buenos gallegos, tenemos algo de morriña... bueno, morreta que dirán ellos.








Cuando terminó el cuadro, Carmen se quedó a pintar a los pescadores. Pero los muy cobardes se escondieron, así que terminó pintando la playa sola, de nuevo.

Era ya bastante tarde, sobre las 8,30, y comenzaba a hacer frío, por lo que subí un momento al coche a por algo que comer. Preparé un bocata de tortilla y se lo llevé a la artista. A decir verdad yo me zampé otro, no pude resistir la tentación.

El caso es que al final Carmen terminó helada, casi tiritando por el frío.

Se estaba poniendo el sol, y quedaba ya muy poca gente en la playa. Además, los pescadores habían desaparecido...

Volvimos al coche, ya con la idea de volver a casa... pero Carmen, en plena borrachera pictórica, quiso pintar uno más.

-¡U-uno más!
-Pero Carmen, si estás agotada...

-Lo ne-necesi-to, quiero hacerlo...

Así que volvimos al lugar donde empezó la maratón, y sin bajarse del asiento se colocó como pudo. Esto sí es vocación. Aterida, cansada, a oscuras, ¡saca los bártulos y pinta uno más!

Al poco rato llegaron de nuevo Vicky y Vicente, con bebidas, comida, un jersey...

Sobre las 10 de la noche, finalmente, Carmen dio por terminado el octavo cuadro de esta jornada y finalmente, con el coche cargado de pintura fresca nos volvimos a casita.

Actualización:
Por suerte ya tenemos funcionando la página web de Carmen:

carmenmartin.com

Y en esta dirección colgaremos las fotos de esta edición de agosto de Pintura en Acción.

¡Hasta la próxima!

No hay comentarios: